Nuestros maestros nos enseñan que todas las palabras son semejantes a brasas. Pues si tú aplicas tu soplo a la brasa la animarás y la atizarás soplando... Y cuanto más soples, más fuerza tomará la llama y el fuego aumentará hasta convertirse en ascua incandescente...
Y, puesto que se ha hecho ardiente, habrá que utilizarla con precaución” .
Es decir, el fuego del sentido se encuentra bajo las cenizas de las palabras.
En virtud de la fuerza y la constancia del soplo, pasajes mudos o incomprensibles pueden adquirir nueva vida, incluso adquirir un significado incandescente. Para ello hay que seguir a la palabra paso a paso...
Entonces la palabra nos conduce a otras palabras, a otros textos, descubriendo significados inesperados
(LEVINAS)
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