EL EXTRANJERO de Camus (1-FATUM) (Ser juguete del azar es un crimen en la vida en sociedad. En ella el azar deviene destino -Blanchot).
Cegaba mis ojos ese telón de lágrimas y de sal. Sólo sentía los címbalos del sol sobre la frente e, instintivamente, la hoja relumbrante surgida del cuchillo siempre ante mí. Esa ardiente espada mordía mis cejas y penetraba en mis ojos doloridos. Fue entonces cuando todo vaciló. Del mar llegó un soplo espeso y ardiente. Me pareció que el cielo se abría en toda su extensión para vomitar fuego. Todo mi ser se tensó y mi mano se crispó sobre el revólver. El gatillo cedió, toqué el pulido vientre de la culata y fue así, con un ruido ensordecedor y seco, como todo empezó.
Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruido el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa donde había sido feliz. Entonces, disparé cuatro veces sobre un cuerpo inerte en el que se hundían las balas sin que lo pareciese.
Fueron cuatro golpes breves con los que llamaba a la puerta de la desgracia.
(EL EXTRANJERO de Albert Camus,
en la traducción de José Ángel Valente
y en la magnífica edición de Alianza 2015,
con los expresivos dibujos de José Muñoz)
(Comenta Blanchot en Falsos pasos sobre esta novela:
El condenado, después de haber creído que se hundía, bajo el peso de su trágico castigo, toda la razón de su vida, que era vivir, se da cuenta de la razón de su condena, no muy distinta de la de los otros. Cada uno se condena por que la vida que cree escoger, el destino que se intenta abarcar, no son nada ante los ojos del único destino que escoge a cada persona.)
Comienzo así una serie de reflexiones ontológicas (perspectiva del ser que integra en la ética la implicación de los otros y uno) en torno a esta singular obra y sus "extrañamientos": ese fatum sería la primera piedra de un acontecimiento clave en torno al que se debate cuanto hay de azar, destino, responsabilidad, culpa, castigo... para comenzar a juzgar con toda ferocidad existencial que permita la sensibilidad.
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