jueves, 22 de febrero de 2018

CAMUS LA CAIDA 2 MASCARA SIN RECUERDO

LA CAÍDA- 2 (MÁSCARA SIN RECUERDO) En este relato atrayente veo la huella de un hombre en fuga, y el atractivo que ejerce precisamente el relato, fuerte y sin contenido, reside en el movimiento mismo de la huida.

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¿Cuándo se ha alejado? ¿De qué se ha alejado? Quizá no lo sepa, pero sabe perfectamente, pero toda su persona no es más que una máscara: desde su nombre, que es prestado, hasta los más pequeños episodios de su vida, que son tan poco particulares que no existe nadie a quien no convengan.

Su confesión no es más que un cálculo. Su relato de hombre culpable está hecho con la esperanza de  tenerse por culpable, pues una verdadera falta sería una certeza en la que podría anclar su vida, sólido hito que le permitiría delimitar su curso.

Lo mismo cuando parece reprocharse su existencia egoísta; cuando dice "Vivía, pues sin otra  continuidad que la cotidiana yo - yo - yo" es singular, porque cada vez que dice YO, nadie responde; es solamente una llamada que retumba vanamente de aquí para allá, una reminiscencia irónica, recuerdo que no se recuerda.

Maurice Blanchot,
La amistad,
(capítulo XXII
La caída: la huida)
Trad. J. A. Doval Liz
Ed. Trotta, 2007

Seamos justos: a veces también ocurría que mis olvidos fueran meritorios. Habrá podido observar que hay gente cuya religión consiste en perdonar todas las ofensas, y de hecho las perdonan, pero no las olvidan nunca.

Yo no estaba hecho de la fibra de los que perdonan las ofensas, pero siempre acababa por olvidarlas. Y alguno de los que creían que yo le detestaba no llegaba a creerse que yo le saludara con una amplia sonrisa.

Entonces, según su naturaleza, admiraba mi grandeza de espíritu o despreciaba mi cobardía sin pensar que mis motivos eran más sencillos: me había olvidado hasta de su nombre. La misma deficiencia que me hacía indiferente o ingrato me volvía entonces magnánimo.

Por eso vivía sin más continuidad que la del día a día, la del yo al yo. Día a día de las mujeres, día a día de la virtud o del vicio, día a día como los perros, pero yo mismo todos los días, sólido, en mi sitio.

Avanzaba así por la superficie de la vida, sobre las palabras, por decirlo de algún modo, nunca sobre la realidad. ¡Tantos libros apenas leídos, tantos amigos apenas amados, tantas ciudades apenas visitadas, tantas mujeres apenas poseídas! Hacía gestos por aburrimiento o por distracción.

Los seres pasaban, querían agarrarse, pero no encontraban asidero y era una desgracia. Para ellos. Porque en cuanto a mí, yo lo olvidaba. Nunca me acordé más que de mí mismo.

Sin embargo poco a poco me fue volviendo la memoria. O mejor dicho, yo volví a ella, y encontré el recuerdo que me esperabaSeamos justos: a veces también ocurría que mis olvidos fueran meritorios.

Albert Camus
LA CAÍDA
Traducción Manuel de Lope
Alianza Editorial 2015

Ilustración del muy recomendable
albúm gráfico que recorre su biografía, textos y reflexiones:
CAMUS ENTRE JUSTICIA Y MADRE
José Lenzini, Laurent Gnoni,
Norma Editorial 2016)

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