miércoles, 28 de febrero de 2018

LISPECTOR APRENDIZAJE

Nunca un ser humano había estado más cerca de otro ser humano. Y el placer de Lori era el de abrir finalmente las manos y dejar escurrir sin avaricia el vacío-pleno que antes estaba encarnizadamente aprisionándola.
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Y de pronto, un sobresalto de alegría: ¡notaba que estaba abriendo las manos y el corazón y que se podía hacer eso sin peligro! ¡Y no estoy perdiendo nada! Estoy finalmente dándome y lo que sucede cuando me estoy dando es que recibo, recibo.

Atención, ¿existe el peligro de que el corazón esté libre? Advirtió, mientras alisaba suavemente el pelo oscuro del hombre, advirtió que en ese su explayarse es donde estaba el placer todavía peligroso de ser.

Sin embargo, notaba una seguridad extraña también: venía de la certeza súbita de que siempre tendría qué gastar y dar. No habría pues más avaricia con ese vacío-pleno que era su alma, para gastarlo en nombre de un hombre y de una mujer.

Siempre tuve que luchar contra mi tendencia a ser la sierva de un hombre (dijo Lori), tanto admiraba al hombre en contraste con la mujer. En el hombre siento el coraje de estar vivo. Mientras yo, mujer, soy un poco más delicada y por eso mismo más débil, tú eres primitivo y directo.

Lori (dijo Ulises, el filósofo), ahora eres una supermujer en el sentido en que yo soy un superhombre, tan solo porque tenemos el coraje de atravesar la puerta abierta. Dependerá de nosotros que lleguemos con dificultad a ser lo que realmente somos. Nosotros, como todas las personas, somos dioses en potencia. No hablo de dioses en el sentido divino. En primer lugar debemos seguir a la naturaleza, no olvidando los momentos bajos, puesto que la naturaleza es cíclica, es ritmo, es como un corazón latiendo.

Existir (siguió diciendo Ulises) es tan completamente fuera de lo común que si la conciencia de existir se retrasase más de algunos segundos, enloqueceríamos. La solución para ese absurdo que se llama «yo existo», la solución es amar a otro ser diferente que nosotros comprendemos que existe.

No encuentro aún una respuesta cuando me pregunto: ¿quién soy? Pero me parece que ahora lo sé: profundamente soy aquella que tiene la propia vida y también tu vida. Yo bebí nuestra vida.

Clarice Lispector
Aprendizaje o el libro de los placeres
traducción, Cristina Sáenz de Tejada y Juan García Cayo,
Ed. Siruela 2015

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